¿Pensar o tener pensamientos?


¿Cómo te relacionas con tus pensamientos y con tus emociones? 

Para la gran mayoría de nosotros esta pregunta resulta difícil de contestar, porque muy pocas personas se plantea que lo que oye en su interior sea algo distinto a nosotros mismos, de hecho la primera vez que me cuestioné esto, para mí fue todo un descubrimiento y supuso un antes y un después.

Diferenciar entre el acto de pensar y el de tener pensamientos resulta fundamental. Pensar, requiere de poner atención, reflexionar, requiere de voluntad de consciencia, sin embargo tener pensamientos es algo puramente automático de lo que no tenemos ningún control. No se pueden detener los pensamientos, ni dejar de tenerlos.

Para mostrarte te propongo esta sencilla metáfora:

Cierra un momento los ojos, acomódate y escucha atentamente tus pensamientos.  Aquello que suena ahora mismo en tu interior.

Imagina que estás escuchando una radio, quizás está sintonizada en una cadena que está emitiendo noticias o música que a ti te gusta. O quizás está emitiendo noticias o música que a ti no te gustan. 

Cuando escuchas esas noticias o música que no te gusta, rápidamente te apresuras a intentar cambiar a otra emisora que te es de mayor agrado. Pero, aunque a veces lo consigues por un momento, después ella sola, sin esperarlo se pone en marcha y empieza de nuevo a emitir una sintonía que te desagrada o no te interesa; ella sigue su parloteo sin que tú consigas cambiarla por completo.

Ahora presta atención y escucha lo que te está diciendo en este momento. 

Fíjate como ella solita suele tener unas pocas emisoras favoritas. Quizás ahora estés sintonizando “Radio preocupación” o “Futuro Fm” o quizás  cualquier otra. 

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Seguramente en este ejercicio te has visto tratando de buscar ese botón de apagar, o incluso intentando bajar el volumen de esa dichosa radio que emite canciones que no te gustan.

Lo importante que debemos saber, es que no tenemos acceso a esa radio, no tenemos botón de encender ni apagar, lo mismo pasa con nuestra mente, que funciona 365 días 24H al día, pero solo depende de ti si la escuchas o no. 

Lo que podemos conseguir con la práctica es que el volumen de esas canciones que nos “molestan” o no nos gustan, no sea tan alto, o la frecuencia con la que suena esa canción, no sea tan a menudo.  Y sobretodo, el impacto que nos genera cuando las escuchamos ya no sea tan significativo. 

¿Te habías parado a reflexionar alguna vez sobre ello?

Los pensamientos son lenguaje

El pensamiento es lenguaje, y el apego al lenguaje es el generador de sufrimiento más antiguo. 

La raíz de nuestro sufrimiento está en el lenguaje humano en sí mismo. 

Los procesos psicológicos de la mente humana “normal” pueden ser destructivos y tarde o temprano nos generan sufrimiento psicológico a todos nosotros. 

Inevitablemente el lenguaje humano es una espada de doble filo. Nos ayuda a crear mapas y modelos del mundo, predecir y planificar a futuro, compartir conocimiento, aprender del pasado, imaginar cosas que nunca existieron y crearlas, desarrollar reglas que guían nuestro comportamiento efectivo, entre otras ventajas. Pero el lenguaje tiene también su lado oscuro: lo usamos para hacer hincapié y “revivir” eventos dolorosos del pasado, para asustarnos al imaginar eventos futuros catastróficos, para comparar, juzgar, criticar y condenarnos a nosotros mismos y a los demás y para crear reglas que pueden resultar restrictivas o destructivas.

El lenguaje humano naturalmente crea sufrimiento psicológico en todos nosotros eso parece que nos queda claro, pero ¿Cómo lo hace?

Una de las maneras en que lo hace es preparándonos para la lucha contra nuestros propios pensamientos y emociones, a través de un proceso que llamamos evitación experiencial.

El abordaje que utilizamos desde la resolución de problemas funciona bien para el mundo exterior, por eso es natural que intentemos aplicarlo a nuestro mundo interno: el mundo psicológico de pensamientos, emociones, recuerdos, sensaciones e impulsos. Pero con demasiada frecuencia, desafortunadamente, cuando tratamos de evitar o deshacernos de nuestro malestar, nuestra ansiedad, o pensamientos destructivos y no deseados, lo que hacemos es crearnos sufrimiento extra.

Por eso la mejor manera de no luchar desde esta evitación es soltar el control que queremos ejercer sobre aquello que es inevitable, y aceptarlo.

Pero, ¿Cómo se puede aceptar eso que resuena con tanta insistencia en nuestra cabeza? ¿Cómo podemos aceptarla si la mayoría de las veces lo que nos dice nos rompe un poco por dentro, nos exige a pesar de nuestros esfuerzos y nos castiga a pesar de cumplir?

Nunca se puede dejar de pensar, ni apagar nuestra mente(radio), ni dejar de tener pensamientos; Es nuestra condición humana, es nuestra herramienta, lo más importante de todo esto es que sepas diferenciarte de la herramienta.

Si somos capaces de observar nuestros pensamientos, emociones y sensaciones, sin necesidad de querer que desaparezcan, podremos cambiar la manera en que nos relacionamos con ellos y no sufrir innecesariamente.

Irene Ferreras Fernandez